Forma terrestre
Desde la Antigüedad, el hombre se ha interesado por conocer la forma del planeta que habita. Al principio y sin ayuda de telescopios, sólo realizaba observaciones a simple vista. Por ello, la mayoría de los pueblos creyó que la Tierra era plana.
En la actualidad, fotografías de la Tierra tomadas desde el espacio permiten observar con claridad su forma casi esférica.
A través de los años, el desarrollo del comercio marítimo en el Mediterráneo y el progreso de las investigaciones astronómicas en la Antigüedad permitieron encontrar evidencias de la esfericidad del planeta.
Desde el siglo XVI se tiene la idea exacta sobre la forma de la Tierra, incluso fue demostrada su esfericidad por Hernando de Magallanes y otros navegantes. En el siglo XVII, aceptada la forma esférica de la Tierra, el problema aún continuaba, debido a que el avance de las ciencias físicas llevó a preguntarse al hombre si la Tierra era completamente esférica o presentaba alguna deformación. Al respecto, Isaac Newton afirmaba que la Tierra a consecuencia del movimiento de rotación y la gravedad no es completamente esférica, sino un esferoide achatado por los polos y abultado en la franja ecuatorial. A ello, Newton para obtener esta conclusión, había observado los abultamientos de Júpiter y Saturno en sus regiones ecuatoriales. A esta forma propia de nuestro planeta, Newton la denominó Elipsoide en Revolución o Elipsoide Achatado.
En el siglo XVIII, la Real Academia de Ciencias de París para comprobar la forma exacta de la Tierra, envió dos expediciones científicas para medir el arco de un meridiano terrestre. La primera a Quito (entonces en el Virreynato del Perú) en 1735 y la otra a Laponia (Polo Norte), confirmándose el achatamiento polar terrestre propuesto por Newton.
Hoy se sabe exactamente que la Tierra no es una esfera perfecta, sino es abultada por la franja ecuatorial y deprimida por los polos (elipsoide achatado). Sin embargo, es necesario precisar más sobre la forma de la Tierra. La forma de la Tierra que la Geodesia está tratando de medir y describir, no es la configuración de la superficie del suelo, ya que ésta se eleva y desciende de manera muy irregular sobre los fondos marinos y los continentes. La superficie cuya forma se busca es la correspondiente al nivel del mar en los océanos, extendida de manera imaginaria tierra adentro, hasta formar una figura continua que se conoce con el nombre de Geoide. Si pudiésemos perforar los continentes con canales o túneles al nivel del mar que permitiesen a éste alcanzar su nivel en el interior del continente, obtendríamos el Geoide.