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La cosmología aristotélica

La cosmología aristotélica

La cosmología aristotélica

Un modelo intocable

La ciencia de la astronomía tuvo un avance notable en Grecia. Un discípulo de Pitágoras profundizó en las teorías de su maestro y perfeccionó su cosmología. Ese discípulo era Filolao. Sostenía que los planetas no giraban alrededor de la Tierra, sino que lo hacían en torno a una bola de fuego incandescente, el Fuego Eterno. Filolao se equivocó inventando un centro del universo invisible, pero supo colocar la Tierra al mismo nivel que los restantes planetas. Nuestro mundo ya no era el centro del universo, sino un planeta más que giraba como los demás alrededor de un centro imaginario. He aquí la otra gran novedad de este pensador griego: ¡la Tierra se mueve! Fue el primero en suponer que si todos los planetas describían un círculo, la Tierra también debía moverse.

 Esta suposición era nueva para la época y fue un  gran avance en la astronomía. Heráclito añadió a la Tierra el movimiento de girar sobre su mismo eje, es decir, la rotación. Vio que este movimiento explicaría la sucesión de la noche y el día.

 Después, Platón elaboró una nueva concepción del universo y volvió a colocar la Tierra en el centro. Todos los planetas y la Luna y el Sol giraban en círculos perfectos alrededor de la Tierra. Platón se equivocó en su visión del cosmos porque se basó en sus ideas filosóficas y religiosas para elaborarla. Según él, el mundo se dividía en las cosas celestes, que eran perfectas, y las cosas del mundo, que eran imperfectas. Así, lo perfecto sólo existía en el mundo de las ideas y en el cosmos, y el hombre, desde su mundo, imperfecto, no podía llegar a observar esa perfección. Por eso sólo podía llegar a ella a través del pensamiento y las ideas.